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Resistir desde la canción

Karina Martinelli se define como música feminista antiextractivista. Y deja entrever en su discurso que es el territorio catamarqueño el que se pone en juego en su identidad. Hablamos por teléfono unos minutos, ella habla rápido como apuntando la urgencia de lo que sucede en la Pacha y contagia sus convicciones.

Desde Famatanca, departamento Santa María, Karina dice que su impulso viene por tomar conciencia de lo que significa la minería en el lugar en el que eligió -y elige- vivir. “Vivo a menos de 100 kilómetros de la Minera Alumbrera, todo el Valle Calchaquí es un territorio diezmado por el extractivismo minero, con sus impactos en la tierra y en la piel. Toda esa información, toda esa conciencia y realidad me impulsa cada día y me tiene atenta a lo que pasa”, señala la activista.

Luego me cuenta sobre otra batalla, otro monstruo que se asoma: Agua Rica Alumbrera.“Un proyecto minero tres veces más grande que la minera sobre el Nevado del Aconquija, ese yacimiento sería un golpe mortal para la región. La verdad es que el panorama es cada vez más crítico”.

Karina narra que su lucha empezó por el 2012 y está anclada en la observación del presente para construir otro futuro.»Me impulsa la defensa, el querer vivir bien porque se puede y se sabe, está ese conocimiento ancestral y todo el actual. Sé que podemos vivir bien, en el buen vivir. Hay alternativas. Yo tengo una hija y veo a todos los niños y niñas y por eso creo que tenemos que ser responsables de nosotros mismos y las generaciones que vienen después».

Mujeres siendo territorio

Karina integra ProEco -grupo ecologista con sede en Tucumán que cuenta con integrantes de Jujuy, Salta y Catamarca-, participa de PUCARA (Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Audeterminación), y es parte de Feministas Antiextractivistas, espacios de militancia que confluyen en la Unión de Asambleas de Comunidades.

La artista narra cómo que la llegada del extractivismo rompe las relaciones económicas, culturales y los vínculos entre las personas.“Lugares en que hace 30 años se vivía de la finca, en donde las familias cultivaban la tierra, donde existía un trabajo familiar-comunal se ven afectados por estos proyectos de explotación”.  Principalmente, destaca que el extractivismo les roba a las mujeres la mínima autonomía que les otorgaba poder trabajar en las fincas, las deja solas y las vuelve dependientes del trabajador asalariado que va a la minera.

Nosotras como feministas antiextractivistas vemos cómo el extractivismo exacerba la masculinidad violenta, el de sometimiento de la naturaleza y esto se traslada al cuerpo de las mujeres». En esta reflexión de dolor común, Karina nombra el ecofeminismo y el feminismo comunitario de Lorena Cabnal, «ella siente esa brutalidad en su propio cuerpo cuando es abusada, violada y corrida de su casa».

“La sociedad con el extractivismo se vuelve más violenta y más machista: no cuida y daña. El trato a la naturaleza es el mismo que se les da a las mujeres. Atacan a lo que da vida: la tierra y el cuerpo de la mujer”, afirma la activista.

Y eso se refleja en lo cultural, la artista recuerda un fragmento de una chacarera «yo chupo porque me gusta, me macho porque soy dueño» para mostrarme cómo el folclore catamarqueño reproduce ese machismo y la importancia del cupo femenino en los festivales. «Para nosotras, las que vivimos aquí, es muy significativo poder llevar nuestros mensajes como músicas mujeres a los escenarios, tenemos el mensaje de defensa de la Pachamama, los territorios y el cuerpo».

Karina es parte de Santas Margaritas, un grupo de mujeres que se conformó en 2019 para cantarle a la Pachamama, al agua, a la vida de los cerros. También cuenta que, con apoyo de ProEco, está armando una radio comunitaria en la finca: una radio para recuperar saberes, para poner en discusión otros conocimientos e impulsar la producción local.

Sobre el día de la Pachamama.«El Valle Calchaquí ha perdido mucho de los saberes ancestrales porque fue muy cruenta la colonización aquí, pero en estos últimos años se han recuperado los rituales con elementos más del norte, se los recuperó como se puede. Acá, en la finca -cuenta Karina- nos levantamos temprano y abrimos la boca de la Pacha y ofrendamos todo el día y dejamos para que venga el vecino, la vecina, que quiera ofrendar. Es una cuestión íntima, un momento de agradecer y de reflexión. Pedimos que nos despeje las ideas, que nos dé el conocimiento de cómo seguir en este camino de defensa».

*Foto de Marianela Gamboa

03/08/20

 

 

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