En el Día de la Tierra, el 22 de abril, Navdanya International, Naturaleza de Derechos, Fundación Salud de la Madre Tierra – HOMEF, junto con 500 otras organizaciones y redes de 50 países, lanzaron un Comunicado Planetario y un llamado a la acción urgente en el que la salud y el bienestar de todos los pueblos y del planeta se encuentran en el centro de toda la política gubernamental e institucional, la construcción de la comunidad y la acción cívica.
Fundación CAUCE adhirió al Comunicado.
Nuestro compromiso del Día de la Tierra: Regresar a la Tierra, en nuestras mentes, nuestras vidas
Durante la crisis del Covid-19 y mientras salimos de la Cuarentena necesitamos aprender definitivamente a proteger la Tierra, sus sistemas climáticos, los derechos y espacios ecológicos de diversas especies, y de diversas personas – indígenas, niños, niñas, jóvenes, mujeres, agricultores/as y trabajadores/as. Para la Tierra no hay especies prescindibles, no hay personas desechables. Todos pertenecemos y somos parte de la Tierra.
Para evitar futuras pandemias y hambrunas y un posible escenario de personas prescindibles, debemos ir más allá del sistema económico globalizado, industrializado y competitivo, que está incentivando el cambio climático, empujando a las especies a la extinción y propagando enfermedades que amenazan la vida. La localización deja
espacio para que prosperen las diversas especies, las diversas culturas y las diversas economías locales vivas.
Debemos pasar de la economía de la codicia y el crecimiento ilimitado, de la competencia y la violencia, que nos han empujado a una crisis existencial, a una «Economía del Cuidado» – para la Tierra, para las personas y para todas las especies vivas.
Debemos reducir nuestra huella ecológica, para dejar una parte justa de espacio ecológico para otras especies, todos los humanos y las generaciones futuras. Debemos dejar de ver los bienes comunes de la naturaleza como «recursos»,
abandonar la visión utilitaria, colonial, capitalista y antropocéntrica que nos ha enseñado a nombrar los dones de la naturaleza como «recursos naturales». Sólo así podremos reducir conscientemente nuestra huella ecológica: actuando responsablemente como los antepasados del futuro.
La emergencia sanitaria y el encierro han demostrado que cuando hay voluntad política, podemos desglobalizar. Hagamos permanente esta desglobalización de la economía, y localicemos la producción de acuerdo con la filosofía de Gandhi del «Swadeshi» (basada en principios de autogobierno y autosuficiencia). Como muestra la pandemia, son las comunidades alimentarias locales las que pueden proporcionar y distribuir alimentos con regularidad, mientras que las cadenas alimentarias globalizadas, en algunas partes del mundo, se derrumbaron e incluso especularon con
el aumento de los precios de los alimentos.
Contrariamente a lo que se nos hace creer, no es la globalización la que protege a las personas de las hambrunas, que ella misma produce y agrava, sino la soberanía alimentaria de los pueblos, en la que las personas a nivel comunitario tienen derecho a producir, elegir y consumir alimentos adecuados, sanos y nutritivos, en virtud de acuerdos de precios justos para la producción y el intercambio local. Los futuros sistemas alimentarios tienen que basarse en la soberanía de las semillas y la soberanía alimentaria, en economías locales circulares que devuelvan a la tierra, y con la garantía de precios justos a los productores.
La mente mecanicista que domina nuestras sociedades, crea beneficios corporativos y personales a través de la extracción y la manipulación. Las corporaciones y los multimillonarios que con sus acciones han declarado la guerra a la Tierra y han creado las múltiples crisis del mundo, se preparan ahora para la intensificación de la agricultura industrializada a través de la digitalización y la inteligencia artificial. Están imaginando un futuro de agricultura sin agricultores/as, y un futuro de alimentos falsos producidos en laboratorios. Estos acontecimientos profundizarán la crisis ecológica, destruyendo la biodiversidad y aumentando nuestra
separación de la Tierra.
La comida es la red de la vida y hacer la paz con la Tierra comienza con la comida. Volvemos a la Tierra cuando cuidamos el suelo y la biodiversidad. Recordamos que somos humanos porque somos del «humus» – del suelo. Sólo nuestras mentes, corazones y manos trabajando junto con la Tierra, como parte integral de su
creatividad, pueden sanar la Tierra, proveyéndonos a nosotros/as y a todas las demás
especies de alimentos saludables.
Como nos ha enseñado nuestra experiencia junto con otras organizaciones y redes de concientización sobre la Tierra para la Libertad de Semillas y la Libertad de Alimentos, los sistemas alimentarios orgánicos, agroecológicos locales y biodiversos regeneran el suelo, el agua y la biodiversidad y proporcionan alimentos sanos para todos/as y fortalecen el sistema inmunológico humano. La riqueza de la biodiversidad en nuestros bosques, huertas, alimentos y el propio microbioma intestinal conectan el planeta y sus diversas especies, incluidos los seres humanos. Así, la salud se convierte en el hilo conductor, al igual que la enfermedad del Coronavirus, hoy en día, nos muestra tan claramente.
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22/04/20