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Agroecología

Agroecología para un futuro sin venenos

Cada 3 de diciembre se conmemora el Día Mundial del No Uso de Plaguicidas, una fecha que invita a reflexionar sobre los impactos del modelo químico en la salud humana, los ecosistemas y la calidad de los alimentos. Este año, la efeméride llega apenas días después de haber transitado el Mes Nacional de la Agroecología, celebrado cada noviembre desde 2015 e impulsado por la RENAMA – Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología, la SAAE – Sociedad Argentina de Agroecología, la SAAE –Sociedad Argentina de Agroecología– y numerosos colectivos y organizaciones del país.

En ese marco, desde Fundación CAUCE reunimos a diferentes actores vinculados a la producción, comercialización y consumo de alimentos —productores, emprendedores, nutricionistas, huerteros, consumidores y personas que aún desconocen este paradigma— para recuperar sus miradas sobre el significado de la agroecología hoy.

Giuliana Hok, Lujana Zapata, Gabriela Ghibaudo, Tincho Martínez y Rita Mohs

En esta nota, distintas voces reconstruyen la importancia de pensar la alimentación desde la experiencia, mientras la evidencia científica revela por qué es urgente transformar el modelo actual y ampliar la producción agroecológica y profundizarla como política de Estado.

Las entrevistas fueron realizadas por Lujana Zapata y Gabriela Ghibaudo en el marco de las Prácticas Profesionales de Nutrición Colectiva de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad Católica de Santa Fe desarrolladas en Fundación CAUCE.

 

Voces de la agroecología

“La agroecología también es cambiar la sociedad”

Rita Mohs y Tincho Martínez son los fundadores de La Porota, un Espacio Rural para la Agroecología localizado en La Picada, aproximadamente a 25 kilómetros de Paraná. Casi a la vera del arroyo Las Conchas, La Porota limita al oeste con el Parque Escolar Rural Enrique Berduc y abarca una superficie de 85 hectáreas. Está declarada como Área Natural Protegida (Ley 11094), en la categoría de Reserva de Usos Múltiples.

Tincho Martínez. Foto: Ana Lucía Vergara

En este espacio funciona la Cooperativa Apícola «El Espinal» y está abierta a iniciativas comunitarias, desde huerta y cría de animales, hasta turismo rural y propuestas artísticas. Además, es un espacio de formación e investigación para estudiantes y profesionales de distintas disciplinas. Actualmente, dos estudiantes de Biodiversidad de UNL están ensayando para sus tesinas cómo combatir la Acacia negra en el monte nativo sin uso de químicos.

«Encarar la agroecología implica que uno está queriendo cambiar la sociedad también, no simplemente producir alimento que no tenga veneno. Tiene que haber relaciones humanas que apunten a lo comunitario, relaciones económicas que apunten a una justicia social y una identificación con el territorio. Tiene que haber una identidad cultural del lugar, que uno la fomente y la comprenda», sintetiza Tincho.

La Cooperativa Apícola «El Espinal» cuenta con casi 20 años de trabajo. Glenda Jaquet-Cosnar, integrante de la cooperativa, describe cómo los desmontes y fumigaciones afectan directamente la actividad: “La producción apícola se ve claramente afectada por la producción agrícola. Nosotros tenemos el privilegio de tener colmenas en áreas protegidas, sanas». Además de miel producen propóleo, cera y polen. En relación a la comercialización, Glenda opina de no se conocen lo suficiente las propiedades de la miel: «Un kilo de helado sale 15 mil pesos y mucha gente protesta por pagar 6500 pesos un kilo de miel. La miel no es solo un endulzante es un alimento energético», destaca.

Colmenas en La Porota. Foto: Ana Lucía Vergara

“No siento que vendo, transmito una convicción”

Evelyn Gisela Capli y Matías Exequiel Leriche llevan adelante La esquina agroecológica desde hace 3 años. Se trata de un emprendimiento que ofrece fruta y verdura agroecológica y orgánica, así como productos de almacén ecológicos y cosmética natural.

Respecto a las diferencias entre la verdura de cultivo químico y la agroecológica, Evelyn es determinante: «Arranqué con lo convencional y después pasé a lo agroecológico y orgánico, por eso sé que se re nota la diferencia. Me ha pasado que me traigan zapallitos, que se conservan en cámara, entonces al otro día los tenés todos pasados. Además, son aguachentos. En cambio, ahora tengo zapallitos de la huerta de la familia de Santa Fe que me dura dos semanas. En calidad y en duración se nota mucho la diferencia, porque no hay una intervención sobre esa fruta o verdura».

Además, está la diferencia integral: «Vos estás bien, tu digestión está bien, absorbés todos los nutrientes que necesitás. En lo otro, que está fumigado, debe ser un porcentaje muy mínimo que se rescata de aporte nutritivo. Mínimo o nulo, hay más glifosato que nutrientes».

La evidencia científica es contundente: en Argentina, una persona ingiere 13,21 gramos de agrotóxicos por año según la sistematización del último informe El Plato Fumigado, desarrollado desde CAUCE junto a Naturaleza de Derechos. De los 83 químicos detectados por SENASA, 37% son sistémicos, es decir, circulan dentro de la planta: lavarlos no los elimina. Por último, un dato que alarma: el glifosato, que el herbicida más usado del país, no se analiza en frutas y verduras porque SENASA no lo busca en esas categorías.

Aunque no se usara glifosato en la producción de ese tipo de alimentos, los estudios de Marino (2016) y Lajmanovich (2025) muestran que los agrotóxicos drenan hacia arroyos y ríos y se sedimentan. En el arroyo Las Conchas se registró el nivel más alto de glifosato detectado en sedimentos en Sudamérica (5.002 µg/kg), confirmando el arrastre de estos químicos desde zonas productivas hacia los cursos de agua de la cuenca del Paraná.

 

«El sabor y la vitalidad son distintos»

Giuliana Estefanía Hok es profesora de Educación Especial y, desde hace cinco años, hace huerta en el patio de su casa. Además, consume de manera regular alimentos agroecológicos para producir kéfir, además de frutas y verduras y algunos alimentos de almacén. Asesora a personas que quieran realizar huertas y compost con su emprendimiento Devuelta a la tierra.

«Elijo alimentos agroecológicos por salud, sabor, ambiente y también por la conciencia de saber de dónde viene lo que como: tiene más significado y lo siento como más valioso. También pasa con la huerta: comprar algo no se compara con cosechar un alimento, o unas hojitas de condimento para una salsa, algo del lugar donde vos vivís. Es incomparable el sabor y lo que te genera a vos después», destaca.

Como huertera, Giuliana remarca la importancia de la diversidad: «Nuestra huerta es regenerativa porque incluimos no sólo vegetales  –cultivos como una lechuga, un tomate– sino también nativas que, a su vez, atraen bichitos necesarios. Esa diversidad hace que no ocupemos agrotóxicos. Además, tratamos de que siempre el suelo esté vivo. Tenemos una lombricompostera y ellas nos dan de regalo el humus, que ponemos directo en el suelo o pulverizamos. Las plantas, chochas».

 

«Mejora la calidad de la alimentación y por lo tanto aumenta la nutrición»

María Lara Díaz Ingaramo es estudiante del último año de la Licenciatura en Nutrición de la UCSF. Advierte que, durante su formación, ha recibido contenidos sobre agroecología en algunas charlas y considera que es importante que tome una mayor centralidad:  «Comemos pensando que consumimos nutrientes cuando en realidad esos nutrientes están modificados debido a la cantidad de agrotóxicos que se utilizan en la producción».

En cambio, un alimento cultivado de forma agroecológica tiene beneficios nutricionales reales: «No aporta disruptores endocrinos (como los agrotóxicos o cualquier sustancia química que se le agregue) y, además, mejora la composición del alimento en cuanto a micronutrientes».

 

«Que se hable de ésto en las escuelas»

Silvina tiene 60 años, es psicopedagoga y, aunque ha escuchado nombrar a la agroecología, no consume este tipo de alimentos y suele abastecerse de frescos en supermercados, verdulerías y carnicerías de cercanía.

«Entiendo que los alimentos agroecológicos son más sanos que aquellos producidos con pesticidas. También comprendo que los pesticidas se usan para proteger las plantas o los animales de enfermedades, pero si están regulados, deberían contemplar también el cuidado del medio ambiente», advierte.

Ante la posibilidad de un cambio de hábito, aparece la seguridad como principal duda: «Me preocuparía principalmente la seguridad y la falta de información, ya que es algo nuevo y no sé con certeza si realmente hacen bien o pueden llegar a afectar la salud».

Enseguida, reconoce que el principal problema es el desconocimiento: «Creo que la comunidad debería tener más información y educación sobre el tema, por ejemplo, que se hable de esto en las escuelas».

 

Qué es agroecología

En 2020, el entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca creó la primera Dirección Nacional de Agroecología, encabezada por el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá. Este área quedó disuelta a partir de la gestión presidencial de Milei, pero dejó algunos lineamientos de gran valor, como por ejemplo, un Marco conceptual de la Agroecología. Se trata de una definición de agroecología que resultó de un proceso participativo, con referentes a nivel nacional, en vistas a construir un marco conceptual para el diseño e implementación de políticas públicas con enfoque agroecológico. Asimismo, se trazó una Guía de Agroecología para Municipios.

Desde esta definición consensuada por profesionales del sistema científico tecnológico, productores/as y agricultores/as y organizaciones, se entiende a la agroecología como:

un paradigma que promueve el diseño y gestión de sistemas de producción agropecuaria, recolección, pesca, elaboración, comercialización, consumo y comensalidad, económicamente viables, socialmente justos y ambientalmente sostenibles, caracterizados por una mayor resiliencia socio-ecológica y orientados a fortalecer el buen vivir de toda la sociedad.

Es una ciencia porque «reúne, sintetiza y aplica conocimientos de la agronomía, la ecología, la sociología y otras ciencias afines, con una óptica sistémica, para generar conocimientos y validar y aplicar estrategias adecuadas para diseñar, manejar y evaluar agroecosistemas sustentables».

Es una práctica productiva porque incluye «técnicas, procesos y herramientas que integran el conocimiento (actual y ancestral) de los/as productores/as y agricultores/as, para recuperar y aprovechar las interacciones biológicas beneficiosas y potenciar sinergias entre los componentes de los agroecosistemas». Por esto mismo, «se aplica a cualquier región, actividad productiva y escala de producción».

Por último, es un movimiento social que reclama «la soberanía alimentaria, demanda alimentos y otros productos de calidad agroecológica y es consciente de la importancia de las condiciones de producción en relación a la conservación de los bienes comunes naturales y el respeto por los derechos humanos».

 

Agroecología desde CAUCE: Más hectáreas de suelo vivo y alimentos sanos

Desde 2018, en Fundación CAUCE impulsamos y fortalecemos la agroecología en Entre Ríos, con el asesoramiento del ingeniero agrónomo Julián Parodi. En estos años hemos recorrido la provincia, visitando y acompañando a productores y productoras que ya trabajaban de manera agroecológica, así como a quienes iniciaron su transición a partir de los espacios de encuentro y aprendizaje compartido.

A través de talleres, instancias de campo, acompañamientos virtuales y asesorías personalizadas, abordamos temáticas clave para una producción en equilibrio con la naturaleza: agricultura agroecológica, manejo regenerativo del ganado, elaboración de insumos biológicos en los propios campos, asociación y rotación de cultivos, manejo de plagas y enfermedades sin agrotóxicos y estrategias para fortalecer la biodiversidad productiva.

Este trabajo se consolidó en el marco del programa Humedales Sin Fronteras –actual Coalición Humedales Sin Fronteras– logrando resultados significativos: más de 394 hectáreas de producción agroecológica y 21 establecimientos que han adoptado —o están en plena transición hacia— este modelo productivo.

Las experiencias que acompañamos abarcan una gran diversidad de sistemas: agricultura, ganadería bovina, ovina y caprina, avicultura, horticultura y fruticultura, vitivinicultura, apicultura natural, viveros de especies nativas y forestería análoga.

Además del acompañamiento técnico, brindamos herramientas, insumos y materiales a las familias productoras, generando un apoyo concreto para quienes deciden apostar por la transición agroecológica. Cada una de estas experiencias demuestra que la transición agroecológica es viable, necesaria y urgente: mejora la calidad de los alimentos, reduce los impactos ambientales y sociales del modelo químico y promueve formas de vida más saludables para quienes trabajan y habitan el campo.

 

📚 Conocé y descargá nuestras publicaciones sobre alimentación y agroecología:

  1. Manual de compostaje doméstico

  2. Manual de biopreparados orgánicos

  3. Alimentación sana, segura y soberana

  4. Guía de estrategias para una alimentación sostenible

  5. El costo ambiental de la alimentación

  6. El plato fumigado (2024)

  7. Recetario Raíces y sabores

 

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Foto de portada: Luciana Sosa

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