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Agroecología: un modo de producir en sintonía con los ciclos de la tierra

Con el objetivo de transformar la realidad de nuestras tierras, organizaciones y productores trabajan en conjunto con el campo de la ciencia y la tecnología por una forma de producir alimentos que rompa la lógica destructiva del modelo agroindustrial y abrace la biodiversidad de la naturaleza.

De esto trata la agroecología: hacer agricultura con una perspectiva ecológica que considere las interacciones entre personas, suelos, animales y cultivos. Este modelo percibe al suelo como un organismo vivo y busca, a través del conocimiento y comprensión de sus ciclos, lograr un equilibrio que ayude al control natural de las malezas y aumente la capacidad de resiliencia de los ecosistemas.

Las prácticas agroecológicas promueven la conservación de la tierra, el agua, la energía y los recursos biológicos; permiten un aprovechamiento de procesos naturales (recicla nutrientes y materia orgánica, utiliza malezas como forraje, estiércol como fertilizante); se trata, en síntesis, de un modelo de producción sustentable, arraigado en una ética del cuidado.  

Actualmente en Entre Ríos se llevan adelante distintas experiencias de producción agroecológica y en transición a la agroecología, tales como el emprendimiento Minhoca (Tabossi), la granja agroecológica La Porota (La Picada), la huerta agroecológica municipal (Gilbert), estancia San Luis (Gualeguaychú), estancia Villa Parquecito (Paranacito), área productiva reserva Las piedras ( Gualeguaychú) y Los yerbatales (costa Uruguay Sur).

La grieta ambiental existe: la tierra es víctima de la agroindustria

El comunicado de prensa publicado el 7 de octubre por la entidad rural Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), titulado “Hay que evitar la grieta ambiental”, visibiliza claramente el miedo que el sector agroindustrial intenta imponer para sostener prácticas perjudiciales para la salud y el ambiente, propias de un modelo basado en el monocultivo de transgénicos y el uso de plaguicidas.

Apoyándonos en su invitación a “trabajar de manera conjunta entre todos los sectores, con respeto,con conocimientos basados en la ciencia y tecnología y no en doctrinas”, queremos dar a conocer algunos datos que nos resultan imprescindibles a la hora de problematizar el modelo de producción agrícola de nuestro país.

Según el informe presentado en marzo de este año por Hilal Elver, Relatora Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, 19 millones de hectáreas (un 60 % de la tierra cultivada) están dedicadas a la producción de soja, sólo un 2 % es consumida en nuestro país, el resto se procesa y exporta. El documento señala que la tenencia de la tierra está concentrada y estima que el 22% de los ingresos provenientes de la soja van a los propietarios de las tierras, es decir que el modelo actual agrícola beneficia a un pequeño porcentaje de la población.

Elver apunta al uso de semillas transgénicas y destaca que “su aprobación fue autorizada por la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria, integrada por las mismas empresas, por lo que su opinión resulta ilegítima debido al conflicto de intereses”. Asimismo, remarca el incremento del uso de plaguicidas (en especial el glifosato, declarado por la OMS como sustancia probablemente carcinógena) y advierte sobre los peligros que los mismos plantean para la salud de los trabajadores y las poblaciones aledañas a las zonas de cultivo.

El informe incluye otros impactos ambientales de los agronegocios: agotamiento y degradación del suelo, deforestación y contaminación del agua. Mientras la CRA asegura que “falsos conceptos con la conservación de los montes, leyes de reordenamiento territorial que no sólo no defienden lo que deben, sino que, además impiden la producción, el empleo, el arraigo y el desarrollo”, las pruebas indican todo lo contrario: este modelo expulsa a las familias rurales y destruye cualquier posibilidad de desarrollo.

La evaluación de la ONU concluye: “La Argentina tiene abundantes recursos naturales que permiten la autosuficiencia y brindan apoyo a un sector agrícola productivo. En tanto no debería haber problemas para garantizar la disponibilidad de alimentos para la población, el modelo actual de la agricultura industrial, que promueve la soja y otros cultivos comerciales para la exportación por sobre un sector agrícola diversificado, ha socavado la seguridad alimentaria de la población”.

Por eso decimos que la grieta ambiental ya existe, se ve en la tierra, en la calidad de los alimentos y en la salud de las comunidades. Frente a esta realidad, sostenemos una opción: la agroecología.

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